No hay duda de que el ejercicio y la actividad física, son buenísimos para nuestro cuerpo. Bueno, en cantidades e intensidades adecuadas, es buenísimo. La onda aquí, es saber reconocer cuánto es suficiente y cuando ya es demasiado. La buena noticia es que nuestro cuerpo tiene esta respuesta y lo más probable es que nos avise, sólo necesitamos entrenar a nuestro cerebro para reconocer los signos para seguir y parar (y además hacerlo).
Escuchando las señales
De manera frecuente escucho a personas que cuando se lesionan haciendo ejercicio o algún deporte, digan que fue sólo mala suerte o que seguro ese día lo hicieron mal. Pero la verdad es que seguro tu cuerpo hizo algunos intentos por avisarte que se avecinaba una lesión. Nuestro cuerpo es muy sabio, siempre sabe cuándo algo no está bien e intenta decirnos para que hagamos algún cambio o revisemos qué está pasando, lo malo es que difícilmente le hacemos caso. Si lo hiciéramos muchísimas lesiones graves podrían evitarse.
Piensen en ciertos dolores como la luz de "check engine" en un coche, si la ignoramos inevitablemente resultará en que nuestro coche eventualmente se descomponga. Obvio que el cansancio, la fatiga y algún dolor es normal y característicos de una rutina de ejercicio, pero hay otros síntomas más sutiles y algunos más serios que es importante identificar.
Signos comunes de alerta
Es más fácil escuchar estas alarmas cuando sabemos cómo suenan. Les dejo algunas alarmas comunes para que se familiaricen con ellas:
Sobre entrenamiento o entrenar de más. Workouts muy intensos (muchas veces) pero no el suficiente tiempo para recuperarnos:
Lesiones. Incluso algunas lesiones leves o menores pueden llegar a requerir intervención.
- Dolores tenues o apagados
- Rango de movimiento limitado inusual
- Dolores no tan malos pero súper molestos
- Reconozcan que tienen un dolor (por más leve que sea), y más cuando es constante.
- Detengan su rutina el tiempo suficiente para recuperarse de este dolor y recuperen toda su movilidad.
De acuerdo con los médicos del deporte, muchos dolores son causados por la restricción que causamos a nuestras articulaciones que unen tejidos y músculos, llegando incluso a limitar el movimiento junto con dolores. La solución en muchos casos es descansar, hacer un poco de masaje al área y estirar. Después, es tiempo de fortalecer los músculos que están un poco débiles; y esto no siempre implica irnos a las pesas, otros ejercicios con menor impacto pueden ayudarnos a fortalecer: yoga, pilates, elíptica, etc. También puede ser buena idea ir con un profesional de terapia física que nos ayude con algunas lesiones.
Alteraciones del sueño
Aunque dormir tarde y levantarnos temprano es lo de rutina para muchos de nosotros (me declaro culpable), la falta de horas de sueño puede tener consecuencias más grave de lo que pensamos y crear estragos en el cuerpo:
- Alteración en la productividad
- Afecta nuestra rutina de ejercicio
- Estado de bienestar decaído
- Aumento de hormonas de estrés
- Caídas en pico de la energía
- Promoción de hábitos de alimentación malos
- Hambre o antojos poco común
- Mal humor frecuente
- Problemas para concentrarse
- Dificultad en mantenerse alerta
- Función motora deteriorada
Si alguno de estos signos o todos, los describen a la perfección, en lugar de meterse shots de cafeína o azúcar, establezcan una mejor rutina para dormir. Las deudas con nuestras horas de sueño van a tomar un poco de tiempo para restaurar los niveles de energía. Aumentan una o dos horas por un mes ayudará a restaurar un patrón sano de sueño. Recuerden que el mayor descanso se obtiene en las horas que duermen antes de las 00:00 hrs (12 am) y lo que pierden de sueño aquí no puede reponerse.
ADEMÁS es importante enfocarnos en alimentos que nos den suficiente energía y no nos quiten el sueño. La cafeína puede ser una solución momentánea pero también causará que durmamos peor. Una dieta correcta debe dar la energía suficiente para realizar nuestras actividades diarias pero nos dejará dormir bien.
Hacer caso a esa pequeña luz de "check engine" puede ser la diferencia entre perder unos días de ejercicio y renunciar por completo a esa rutina que nos encanta, o tener siempre ese resfriado que no nos deja en paz. Nuestro cuerpo sabe lo que necesita y por lo general nos lo dice, hay que hacerle caso.
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