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miércoles, 27 de agosto de 2014

Más razones por las que no debes ir al súper si tienes hambre


Todos hemos pasado por eso, ir al súper cuando tenemos hambre. Está de más que alguien les diga "eviten ir al súper con hambre" porque hemos sido víctimas y testigo de todo lo que la complicidad hambre-mercadotecnia puede hacernos. No sólo no aguantas las ganas de llegar a tu casa para comer algo, sino que abres algunas cajitas y comes dos que tres cosas (claro, de todos modos lo pagamos al final) sino que el carrito va cargado de cosas que ni te acuerdas que habías elegido, pero nos ganó el antojo y todo fue más fuerte que nosotros. 

Pero bueno, para hacerlo aun más grave, hay nueva evidencia que demuestra que ir al súper con hambre no sólo va a afectar (de manera negativa, claro está) nuestras selecciones a corto plazo, sino que puede equivaler a toda una semana de comer chatarras. 


Los estudios 

El equipo de investigación Food and Brand de la Universidad de Cornell tiene dos estudios que sugieren que ir al súper con la panza vacía va a resultar en un carrito atascado lleno de alimentos súper calóricos

En un estudio que realizaron un grupo de 68 personas, estuvieron sin comer de 12 a 5 pm (edades iban de 18 a 62 años, 71% de las participantes eran mujeres). Después se les pidió que compraran en un súper virtual. Por cada opción producto alto en calorías (dulces, snacks, carnes rojas, frituras) había otra opción más saludable (frutas, verduras, pechuga de pollo). El precio no influía ya que no se mostraba. La mitad de los participantes se les pidió que comieran suficientes galletas saladas para sentirse satisfechos, antes de comprar; la otra mitad realizó sus compras virtuales con el estómago vacío. Privados de alimentos por 5 horas, las personas hambrientas eligieron alimentos de alta densidad calórica que los participantes que sí habían comido. 

Otro descubrimiento importante es que los participantes que tenían hambre no sólo compraron más cantidad de comida (en un 20%) para satisfacer su apetito, sino que además compraron más comida procesada y chatarra, incluyendo cereales, papas fritas, dulces y otros productos que pueden comerse con sólo abrirse el paquete

En un estudio similar, en el que los participantes podían comprar justo después del lunch (satisfechos) o justo antes de la cena (cuando están más hambrientos). De nuevo los participantes que tenían hambre (pero sobre todo a la expectativa de que ya casi era hora de cenar) compraron mayor cantidad de comida y más comida chatarra con alta densidad energética. 

¿Por qué pasa esto?

Cuando llevamos en ayuno un rato (sí, incluso sólo por 4-5 horas) se activan en nuestro cerebro algunas zonas que se asocian con recompensa. Por lo tanto si llevamos un rato sin comer, cuando por fin lo hagamos enseguida relacionaremos este acto con que hay que recompensarnos a nosotros mismos. Ya sea intencional o no, pasar algún tiempo sin comer es más común de lo que reconocemos, tan sólo piensen cuántas veces a la semana tienen que esperar hasta llegar a su casa para poder comer (ya sea porque no llevamos dinero, estamos muy ocupados para comer, no llevamos snacks o colaciones preparados, etc.) 

Si están intentando cuidarse (y a su economía) ir a hacer la despensa con hambre puede ser la peor decisión, ya que como se vio en el primer estudio pueden arruinar la despensa de toda una semana. Así que dos tips fáciles (y después de leer esto, tal vez obvios) para no arruinar sus propósitos son:

  1. Coman algo, aunque sea una pequeña colación antes de pisar el establecimiento. La idea no es sólo quitarnos el hambre, también el antojo. Así que si ustedes creen que una pequeña barra de cereal no lo va a lograr, agreguen un yogurt light o 5 galletas habaneras. Entren satisfechos y jamás con el estómago vacío, porque además piensen que si se encuentran a la de las muestras de comida no se zamparán todo cuánto les ofrezcan. 
  2. Hagan una lista de compras. Es más fácil mantenernos dentro de los límites cuando
    nosotros nos los delimitamos, pero en cambio si entramos al mercado con nuestra memoria somos más susceptibles a comprar cosas que queremos evitar o que no estaban planeadas. 

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