El que sea libre de culpa, que tire la primera piedra. ¿Cuántos de nosotros no hemos comido sin tener hambre? Y más cuando tenemos la tentación a la mano: bolsas de papitas en la alacena, postres en el refri, la tiendita en la esquina, etc. A veces el hambre es un poquito más difícil de descifrar que la sed, puede ser que empecemos a picar por las razones equivocadas.
¿Falso apetito? Necesitamos distinguir
Cuando nuestros niveles de glucosa (azúcar en sangre) andan bajos, el hígado manda señales a nuestro hipotálamo, disparando ese sentimiento de "NECESITO UN SÁNDWICH O LAS GALLETAS AHORA". Lo más común es que vayamos directo a la alacena o cocina en cuanto sentimos un poco de gruñidos estomacales (que son simples y normales contracciones del estómago), pero no siempre estamos escuchando a nuestro cuerpo con
la suficiente atención. En un estudio, los participantes consumían más calorías cuando la comida se les presentaba en platos de cerámica con servilletas dobladas (que el cerebro traduce como "hora de comer") que cuando comían de platos y vasos de plástico (que se asocian típicamente con colaciones o comidas más ligeras). Además, los investigadores encontraron que entre más grande era el plato, más comían los participantes, sin importar si todavía tenían hambre o no.
la suficiente atención. En un estudio, los participantes consumían más calorías cuando la comida se les presentaba en platos de cerámica con servilletas dobladas (que el cerebro traduce como "hora de comer") que cuando comían de platos y vasos de plástico (que se asocian típicamente con colaciones o comidas más ligeras). Además, los investigadores encontraron que entre más grande era el plato, más comían los participantes, sin importar si todavía tenían hambre o no.
Además de otros factores ambientales, el hipocampo, que es un área del cerebro conectado al aprendizaje y memoria, también ayuda a que sintamos hambre. Pero a veces demasiadas "segundas servidas" puede interferir con la función del hipocampo, haciendo que se nos haga más aun más difícil distinguir cuando realmente tenemos hambre.
Los juegos del hambre - Tu plan de acción
Comer cuando no tenemos hambre no sólo se trata de la caja de galletas y así... Esas calorías extra pueden afectar seriamente nuestra salud e incluso llevarnos a tener sobrepeso u obesidad. Además siempre hay que intentar escuchar a nuestro cuerpo y entrenarnos para ello, cuando diario hacemos todo lo contrario. Ya sea que sea hambre falsa, o tengamos un antojo increíble por un paquete de galletas, aquí hay unos consejos para evitar las consecuencias del hambre falsa:
- Tomar agua primero. Ésta es una buena forma de ver si realmente tenemos hambre o era falsa: toma un vaso de agua simple y espera unos 10-15 minutos antes de ceder ante tu antojo. Si aun sientes hambre, puedes ceder.
- ¿Una manzana al día? También un buen truco es que te imagines comiéndote una manzana entera a mordidas, si no te sientes con suficiente hambre para hacerlo, entonces tal vez no sea hora todavía de que comas.
- Duerme suficiente. Dormir poco y la falta de sueño aumenta tu apetito, hambre y la ingesta de comida. Intenta dormir de 7-9 horas al día para evitar comer de más.
- Adiós estrés. Algunas personas cuando se encuentran bajo estrés comen y comen sin tener hambre, mejor busca otras formas de calmarte y relajarte: ejercicios de respiración, camina un poco, ejercítate, etc.
- Come con calma. Al terminar de comer, tarda un poco en llegar la señal para que nos sintamos llenos, así que antes de pedir segundas porciones o el postre, espera unos 15 minutos para ver si realmente te cabe más. Además para lograr sentirnos llenos hay que comer despacio, así que recuerda masticar lento y disfrutar tu comida.
- 0 tentaciones. A veces el sólo saber que tenemos galletas en la alacena o comida disponible, nos hace que se nos antoje y no nos deje tranquilos hasta que la consumamos. Así que lo mejor es mantener alimentos saludables en nuestra casa, así si nos da un ataque de hambre, por lo menos comeremos saludable.
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